miércoles, 13 de agosto de 2014

TOMADO DE SU MANO


Salmos 73:23
"Con todo, yo siempre estuve contigo; me tomaste de la mano derecha" 


¿Has notado lo que pasa cuando le pones tu dedo a un bebé? Lo primero que hace es agarrarlo fuerte y no soltarlo. Ya cuando los niños están un poco más grandes, la seguridad más grande que encuentran al cruzar una calle, al ir en una multitud, al tropezar, es tomar y muy fuerte de la mano de un adulto.

Eso es lo que Dios hace por nosotros. Es inevitable que haya piedras y grietas que nos hagan tropezar en las veredas de la vida. Esa es la razón por la que es fácil identificarnos. Todos enfrentamos una variedad de problemas que amenazan con hacernos tropezar. Para el salmista, ver la prosperidad de los malvados le hizo cuestionar la bondad de Dios. Pero Dios apretó su mano y le tranquilizó asegurándole que, dado el juicio de Dios, los malvados no prosperan en realidad. El salmista descubrió que la verdadera prosperidad se encontraba en el hecho de que Dios siempre estaba con Él: «Me tomaste de la mano derecha» (v. 23). Y sólo por si acaso, Dios le recordó que también le guiaría a lo largo de su vida y al final le recibiría en el hogar celestial (v. 24). ¡Qué bueno es eso!

Así que la próxima vez que tropieces, recuerda que la poderosa mano de Dios toma la tuya y camina contigo por la vida... ¡hasta llegar a casa!

Deja que Dios te sostenga y tú sólo confía.

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