miércoles, 11 de febrero de 2015

NO SEAMOS SORDOS A SU VOZ


Isaías 59:1-2
"He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar,… Pero… vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír"


Los antiguos israelitas creían que Dios estaba sordo cuando, en realidad, eran ellos los que tenían el problema. Isaías era un profeta enviado a advertir al pueblo de Dios acerca del juicio inminente, pero su mensaje se encontró con oídos sordos. En vez de ser el pueblo del pacto de Dios, que había de traer luz a los que vivían en tinieblas y liberarlos de las casas de prisión del pecado (42:7), los israelitas se negaron a escucharle. «No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley» (v.24).

El profeta explicó por qué las oraciones de ellos parecían encontrarse con los oídos sordos de Dios: «He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar; ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios» (Isaías 59:1-2). Una razón para no recibir respuestas de parte de Dios es que puede que el pecado esté bloqueando nuestros oídos. Examinémonos cuidadosamente.

No es difícil escuchar a nuestro Dios. Dios habla por medio de Su Palabra a aquellos que escuchan con el corazón, un corazón libre debido a la obediencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario