jueves, 21 de mayo de 2020

AGUA DE LA ROCA



Juan 7:38-39
"De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.

Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en Él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía."

La gente exigió que Moisés proveyera agua para saciar su sed. Dios le dio a Moisés instrucciones sobre cómo proporcionar agua para sus necesidades. Dios le dijo a Moisés que tomara la vara y golpeara una roca. De esta fuente poco probable, Dios proveyó agua para satisfacer las necesidades de la gente. Se les recordó a los israelitas infieles que el Señor los cuidaría trayendo agua de una roca.

La roca de Dios continúa nutriendo al pueblo de Dios a lo largo de toda la historia redentora. Siglos después de la provisión milagrosa de Dios desde una roca en el desierto, Jesús se enfrentó a otro grupo de personas contenciosas. Esta vez los fariseos y los saduceos le pidieron que les mostrara una señal para validar su autoridad. Jesús, conociendo sus corazones, se negó a considerar sus demandas. Más bien, llevó a sus discípulos a un lugar remoto y montañoso en Cesarea de Filipo y allí les dio una vívida lección.

Pidió a sus seguidores que describieran la opinión pública sobre su identidad. Pedro, como el líder abierto del círculo íntimo de Jesús, declaró que Jesús es "el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (Mt 16:16). Estos títulos no eran simples halagos, sino que demostraban que Pedro entendía que Jesús era el tan esperado Rey en la línea de David. Jesús respondió a Pedro, cuyo nombre significa "roca", diciéndole que esta confesión sería la base para la fundación de su iglesia. Jesús edificará su iglesia sobre esta verdad, y nada, ni siquiera las puertas del infierno, podrán destruir su iglesia (Mt 16:17-18).

Esta roca proporcionará agua para el pueblo de Dios durante días sin fin. Jesús mismo proporcionará corrientes de agua viva a su pueblo en la iglesia. Aquellos que reconocen su sed pueden venir a Jesús y estar satisfechos. No solo eso, sino que el Espíritu de Dios los llenará con corrientes de agua viva para saciar su sed para siempre (Jn 7:38-39).

Jesús, sé que eres la roca de mi vida. Ayúdame a vivir esta verdad cada segundo. Lléname con tu agua viva, para que mi vida pueda complacerte. Amén.

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