Juan 11:25-26
"Entonces Jesús le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?"
El ritmo del capítulo 5 del Génesis demuestra la tragedia del pecado humano. Persona tras persona aparece y luego se va. La repetición de la frase "y luego murió" le recuerda al lector las implicaciones de la maldición. Las personas ya no pueden vivir para siempre; aparecen por un momento y luego regresan al suelo (Gén 3:19). No hay escapatoria a esta realidad. Los justos y los injustos, los justos y los injustos, todos mueren. De Adán a Noé, la muerte reina universalmente. Jesús, conociendo y experimentando esta realidad personalmente cuando se enfrenta a la muerte de su amigo Lázaro, hace una afirmación notable. Aquellos que creen en Él, a pesar de que sus cuerpos físicos morirán, serán resucitados a una nueva vida para siempre (Jn 11:25-26). Al igual que Cristo, pasarán por la muerte solo para salir victoriosos.
Creer en Cristo es el único antídoto contra el linaje de la muerte relatado en Génesis y visto a lo largo de todas las generaciones posteriores.
Jesús, gracias por quitar el aguijón de la muerte. Gracias por tener la victoria sobre la tumba. Estoy tan agradecido de poder esperar la vida eterna contigo. Amén.
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