Salmos 58:11
"Dirá entonces la gente:
«Ciertamente los justos son recompensados;
ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra»."
El salmista sabía que el Dios al que servía es un Dios de justicia. Es un "Dios que juzga la tierra" (v. 11). Los jueces de la tierra gobernaban injustamente. Eran simplemente humanos, pero actuaban como si tuvieran poder divino (vv. 1 - 2). Sin embargo, el salmista oró a Dios, pidiéndole que proveyera justicia para su pueblo y que el juicio repentino viniera sobre los injustos (vs. 9-11). El salmista confiaba en Dios y en su gran poder para traer justicia divina sobre estos jueces malvados.
Jesús se hizo eco de la admonición de gobernar con justicia cuando habló a los fariseos. Los regañó porque habían “descuidado los asuntos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad” (Mt 23, 23). Al final, Jesucristo juzgará a vivos y muertos (2 Timoteo 4: 1). La justicia de Dios será definitiva y establecida para siempre. Y los justos, confiados en su recompensa futura (Sal 58:11), esperan con gran gozo, reconociendo que su Rey Salvador ya ha ganado la victoria (Ap 19:11 - 21).
Jesús, confío en ti y en tu capacidad para llevar la justicia divina. Ayúdame a recordar, mientras observo cómo se desarrollan las batallas, que la guerra ya se ha ganado. Amén.
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