Isaías 51:4-6
"»Préstame atención, pueblo mío;
óyeme, nación mía:
porque de mí saldrá la ley,
y mi justicia será luz para las naciones.
Ya se acerca mi justicia,
mi salvación está en camino;
¡mi brazo juzgará a las naciones!
Las costas lejanas confían en mí,
y ponen su esperanza en mi brazo.
Levanten los ojos al cielo;
miren la tierra aquí abajo:
como humo se esfumarán los cielos,
como ropa se gastará la tierra,
y como moscas morirán sus habitantes.
Pero mi salvación permanecerá para siempre,
mi justicia nunca fallará."
El profeta Isaías habló de la cercanía de la justicia y la salvación de Dios. Su brazo, o su poder, saldrá en juicio, pero ese mismo poder se usará para librar y salvar a los que confían en Él. Aunque la profecía acerca de que la justicia de Dios se acerca "rápidamente" (v. 5) se refiere a los judíos que regresan del exilio en Babilonia, el resto de esta estrofa (vv. 4 - 6) claramente mira más allá de ese evento.
Así como el juicio recae solo en Dios, solo Él establece las normas de justicia, rectitud y santidad en el universo de acuerdo con su buen carácter, así también la salvación recae en Él. Solo Dios tiene el poder de salvar verdaderamente, porque salva a su pueblo del mismo juicio que ejecutará en el mundo.
Este texto recuerda a los lectores que todo el cosmos está en un estado de entropía descendente; las cosas van de mal en peor y seguirán haciéndolo. Así como lo han sido los seres humanos, la creación de Dios también ha sido empantanada y corrompida por el pecado. Mientras que la tierra pasará, la salvación de Dios permanecerá para siempre. Esta salvación se logra a través de Jesús y solo en Jesús; de hecho, la salvación fue y es su misión en la tierra. Dios muestra su compromiso eterno de salvar a quienes confían en Él a través de la vida, muerte y resurrección de Cristo. La salvación, entonces, solo se puede obtener a través de Cristo. Por eso el Nuevo Testamento se hace eco del hecho de que “la salvación es de nuestro Dios” (Ap 7:10).
Jesús, podemos ver que el mundo se rompe cada vez más a medida que nos acercamos al día de tu regreso. Gracias por darnos una esperanza que brilla al final de este túnel. Que vivamos al servicio de esa esperanza. Amén.
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