Isaías 6:2-3
"Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
Y se decían el uno al otro:
«Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria»."
La descripción de los serafines proporciona una imagen que muestra cómo se supone que uno debe actuar en la presencia de Dios. Dios es santo, completamente puro y sin mancha ni pecado. Él es impecable y perfecto, y como tal está apartado de todo lo que no es tan santo como Él. Los serafines se cubren el rostro porque aunque son seres sobrenaturales, evidentemente no son dignos de mirar a Dios. El hecho de que se cubran humildemente los pies implica que son seres creados. Cuando uno se da cuenta de la inmensidad de la santidad de Dios, la única respuesta apropiada es exactamente lo que se describe en este pasaje.
Los creyentes que lean este pasaje pueden vislumbrar cuán intensa y pura es la santidad de Dios. De la misma manera, Dios llama a los creyentes a ser santos (1Pe 1:15 - 16). Una vez que una persona cree en Dios y en quien dice ser, puede comenzar a vivir una vida empoderada por el Espíritu Santo, de acuerdo con su Palabra, y puede unirse a una comunidad de personas imperfectas que han sido apartadas por Dios (1 P. 2 : 9). Aunque la lucha es real, los creyentes pueden reclamar la victoria sobre el pecado a través de la muerte y resurrección de Cristo. Y, al apartarse de este mundo y del pecado que lo enreda, los creyentes toman medidas para un día estar unidos con Dios en santidad (Hebreos 12: 1 - 3).
Jesús, te alabo por tu santidad. Si hay algo profano acechando en mi vida, por favor desarráigalo y libérame. Amén.
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