Tito 3:3-7
"En otro tiempo también nosotros éramos necios y desobedientes. Estábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres. Vivíamos en la malicia y en la envidia.
Éramos detestables y nos odiábamos unos a otros. Pero, cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador,
Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo,
el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Así lo hizo para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna."
El amor de Dios no es ciego. Conoce la profundidad y los detalles del pecado de cada persona. Aquí, en el tercer capítulo de Tito, describe a la humanidad como “tonta, desobediente, engañada y esclavizada” y continúa describiendo cómo las personas se envidian y se odian unas a otras. Sin embargo, Dios ama a los pecadores. Él es bondadoso y mostró una gran misericordia al enviar un Salvador para los pecadores que nunca podrán salvarse a sí mismos. Este Salvador es Jesucristo.
Cuando Jesús vino a esta tierra, llegó como la imagen más clara de la bondad y el amor de Dios. Jesús es descrito como "el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser" (Hebreos 1: 3). Jesús se hizo amigo de los pecadores y mostró compasión por los marginados de la sociedad. En amor, Jesús sacrificó su vida por los pecadores. El amor y la bondad de Dios son fáciles de ver en la persona de Jesucristo.
Todo el pueblo de Dios puede encontrar libertad al no tratar de ocultar su pecado y su quebrantamiento. En cambio, las personas pueden caer libremente en la misericordia de Dios y experimentar su bondad y amor a través del perdón que Jesús brinda.
Dios da el don del Espíritu Santo para que more dentro de todo aquel que se vuelve a Él con fe. Los hijos de Dios no necesitan dudar de la misericordia del Padre; pueden recibir su amor por la fe y encontrar gozo al saber que sus pecados han sido perdonados.
Jesús, gracias por amarme antes de saber lo suficiente para amarte. Gracias por mostrar tu amor y amabilidad a alguien tan indigno. Amén.
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