Números 11:18-20
"»Al pueblo solo le dirás lo siguiente: “Santifíquense para mañana, pues van a comer carne. Ustedes lloraron ante el Señor, y le dijeron: ‘¡Quién nos diera carne! ¡En Egipto la pasábamos mejor!’ Pues bien, el Señor les dará carne, y tendrán que comérsela.
No la comerán un solo día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni veinte, sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y les provoque náuseas. Y esto, por haber despreciado al Señor, que está en medio de ustedes, y por haberle llorado, diciendo: ‘¿Por qué tuvimos que salir de Egipto?’ ”»"
¿Qué quieren los israelitas? ¿Qué les da Dios? ¿Cuál es el resultado de su insistencia en salirse con la suya? A veces Dios responde que no, así como un padre le niega cosas que sabe que a su hijo no le harán bien, aunque al niño le parezca "malo" de parte de su papá. Pero peor que eso es que a veces Dios decide que paguemos las consecuencias de nuestros caprichos. Le pasó a Abraham con los problemas entre Agar y Sara... Por querer "ayudar" a Dios (O justificar nuestros propios deseos), a la larga esas consecuencias nos traerán amargos resultados.
Pidamos hoy a Dios contentamiento, para entender y confiar en que lo que tenemos es lo que Dios sabe que podemos administrar. ¿Para qué pedimos más si esto será nuestra perdición? Tengamos cuidado con lo que deseamos, con lo que pedimos... y con lo que ya tenemos.
Oración: Padre, ayúdame a ser agradecido y a tener contentamiento en mi corazón con lo que me das y lo que decides que no es bueno para mi en un momento específico. No quiero tener mis caprichos, pero tenerte lejos de mi. En el nombre de Jesús, amén.
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