Isaías 9:7
"Se extenderán su soberanía y su paz,
y no tendrán fin.
Gobernará sobre el trono de David
y sobre su reino,
para establecerlo y sostenerlo
con justicia y rectitud
desde ahora y para siempre.
Esto lo llevará a cabo
el celo del Señor Todopoderoso."
Isaías describe la esperanza eterna del pueblo de Dios en este pasaje. Nuevamente, esta profecía se refiere directamente a Jesús, el que iba a cumplir las palabras de Isaías (Lc 1:32-33). La venida de Jesús representó un nuevo gobierno y un nuevo Rey que reinaría para siempre, y finalmente establecerá el gobierno de Dios y reinará para siempre (Apocalipsis 21:5-7). “La grandeza de su gobierno y la paz no tendrá fin” (Isaías 9:7). Los reinos terrenales avanzan a través de la codicia, la guerra y la opresión. El reino de Dios avanza mediante la justicia y la paz, paz que prevalecerá para siempre en el cielo nuevo y la tierra nueva de Dios.
El pueblo de Dios anhelaba este tipo de paz. Aunque la tierra prometida estaba destinada a estar marcada por la provisión de Dios y la libertad de la guerra, este no había sido el caso. La rebelión e idolatría persistentes de Israel impidieron el tipo de situación pacífica que Dios había prometido, si hubieran sido obedientes (Dt 6: 3).
Isaías animó al pueblo a mantener la esperanza de que la paz de Dios prevaleciera, pero llegaría en un día futuro inaugurado por la aparición del Mesías. Los creyentes de hoy también pueden tener esta esperanza. Aunque el mundo ha sido quebrantado por la lucha y el pecado, Isaías describió un día en que la paz cubrirá la tierra y todo dolor cesará (Isa 9: 7; Apoc 21: 4). Jesús animó a los creyentes a tener esperanza, porque venció este mundo y está trayendo uno nuevo y mejor (Jn 16:33). Es esta esperanza a la que se aferran los creyentes, y es su fe la que hace posible la esperanza. Jesús vino a la tierra para buscar y salvar a los que estaban perdidos y que se alejaban de Él (Lc 19:10). Vino para establecer un camino para que las personas entren en su reino y encuentren la paz que ofrece. Los creyentes encuentran la paz con Dios, sabiendo que sus pecados están perdonados y pueden confiar en la presencia de un Dios santo, tanto ahora como para siempre. Y experimentan la paz sabiendo que, algún día, habitarán un mundo gobernado por Dios mismo, libre de violencia, donde reina la paz suprema.
Jesús, dondequiera que miro veo peleas, injusticia y sufrimiento. Ayúdame a mirarte para que pueda ver el amor y la paz. Gracias por prometer un futuro donde reinará la paz. Amén.
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