2 Corintios 1:5-7
"Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.
Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y, si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos.
Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que, así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo."
Pablo comprendió la realidad del sufrimiento tan bien como cualquiera. Sus problemas se extendieron hasta el punto de que "se desesperó de la vida misma" (v. 8). Pero Pablo reconoció que así como los creyentes comparten los sufrimientos de Cristo, “el consuelo abunda en Cristo” (v. 5). Sabiendo esto, Pablo encontró gozo en sus propios sufrimientos y animó a los creyentes de Corinto a hacer lo mismo. Además, Pablo reconoció que Cristo consuela a los creyentes en sus sufrimientos para que ellos, a su vez, puedan brindar consuelo a los demás. Pablo usó sus propios momentos de sufrimiento como oportunidades para bendecir a quienes lo rodeaban. Incluso cuando todo parecía perdido, Pablo sabía que su sufrimiento ocurrió para aprender a confiar menos en sí mismo y más plenamente en Dios. Habiendo visto a Cristo obrar en sus propias pruebas en el pasado, Pablo tenía aún más confianza en que Dios continuaría librándolo para que él, a su vez, pudiera continuar ministrando a la joven iglesia.
Tal como lo hizo Pablo, los creyentes de hoy pueden ver las luchas y el sufrimiento como oportunidades para bendecir a quienes los rodean. Así como no abandonó a Pablo, Jesús será fiel a su pueblo en todas las circunstancias.
Jesús, gracias por los dolores de crecimiento que he experimentado. Úsame a mí y a las experiencias de mi pasado para ayudar a otros. Amén.
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