Números 21:5
"...y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés:
—¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!"
La gente sigue refunfuñando. ¿Por qué claman ahora?
Quieren todo deprisa. Quieren sus tiempos, su voluntad, su ruta camino a Canaán. Añoran la vida pasada. Anhelan su vida de esclavos, donde tenían comida... a costa de su libertad. El Señor una y otra vez les mostró lo que era capaz de hacer pero ellos simplemente demostraban que no estaban interesados. Además, tampoco estaban agradecidos. ¿Por qué esta generación necesita morir antes de que la nueva pueda apoderarse de la Tierra Prometida?
Necesitamos realmente morir a la vieja naturaleza para poder empezar a disfrutar de las promesas de Dios. Pero no podemos ser agradecidos si no hay un lugar de donde nos haya rescatado. Muchos cristianos piensan que como sus pecados son diferentes de otros "más notables", ellos no necesitan 'tanta' salvación como otros. Esta forma de pensar se asemeja a la oración del Fariseo de la parábola de Jesús. El que oraba: "Gracias porque no me has hecho como ese publicano pecador..."
Cuidémonos de no estar pensando de esta forma en nuestro interior. De no ser parte de un pueblo malagradecido o un fariseo soberbio. Que seamos como Caleb, como el publicano. Temerosos de Dios, que podamos reconocer nuestras faltas. Que seamos agradecidos.
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