Éxodo 16:3
"—¡Cómo quisiéramos que el Señor nos hubiera quitado la vida en Egipto! —les decían los israelitas—. Allá nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. ¡Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad!"
Pongámonos en el lugar de los israelitas. Dios los liberó de la esclavitud, mostró su poder en contra de los egipcios, a ellos los salvó y los llevaba rumbo a la tierra prometida... ¡y ellos lo que hacen es pensar es que estaban mejor como esclavos!
A veces también nos pasa. Alguna tragedia toca nuestra vida y pensamos: "¡Para qué le sirvo a Dios entonces!", "Les va mejor a los incrédulos"... y puede que a la luz de este mundo ese razonamiento sea válido, pero no lo es a la luz de la eternidad. ¿Estás consciente verdaderamente que tu existencia no termina en este mundo? Todo lo que hagamos y sembremos en el Reino de Dios lo cosecharemos a su tiempo. Puede que sea en esta misma vida, o puede que no. Nuestro deber es permanecer fieles a Dios, no importando lo que podamos ver. En su debido momento Dios nos hará entrar a la tierra prometida.
Oración: Padre, que nunca reniegue de ti, de lo que me das y de lo que me has dado. Tú sabes el plan perfecto para mi vida y no me queda más que confiar y esperar en ti. Bendito seas, amén.
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