Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 25 de noviembre de 2013
LA VICTORIA QUE TENEMOS EN CRISTO
La Biblia dice en Hebreos 2:9 que Jesús fue "coronado de gloria y honra por haber padecido la muerte. Así, por la gracia de Dios, la muerte que Él sufrió resulta en beneficio de todos."
Eso significa que nosotros no tenemos (o no deberíamos) experimentar la muerte eterna porque Jesús ya ha pagado el castigo por nuestros pecados (que se hace efectivo al existir un arrepentimiento genuino en nuestro corazón y un firme deseo de no volver a pecar más). Eso incluye también el regalo de la vida eterna junto a Él. ¿No crees que este es un motivo para alegrarse?
¿Qué es lo que debería suceder para la vida de un creyente cuando se despierta en la mañana? Creo firmemente que si cada uno de nosotros lo primero que hacemos al abrir los ojos es comunicarnos con el Dios que nos da la vida, si le entregamos nuestra vida CADA DÍA al sólo despertar, ¡Los demonios deberían temblar al darse cuenta que día a día nos entregamos más a nuestro Señor!
Y eso es lo que pasará cuando poco a poco nos demos cuenta de la gran riqueza que tenemos y que somos en Cristo. Cuando por medio de la Biblia vayamos aprendiendo y entendiendo de la autoridad que tenemos en Él. Ten presente esto: Si le entregas tu vida a Dios, si estás dispuesto a hacer su voluntad y poco a poco ir muriendo a tus propios deseos para que viva Él y su propósito se cumpla en tí, serás un auténtico soldado del ejército de Dios. TENEMOS AUTORIDAD EN ÉL.
Jesús ha vencido el pecado y la muerte. Ahora tenemos que caminar constantemente en la autoridad y la victoria que Él provee para nosotros. Entonces usted será extremadamente peligroso para los enemigos de Dios.
Oración: Dios, gracias por la victoria que tengo en Ti. Cada día ayúdame a entender aún más el precio que ha pagado tu hijo Jesús por mí, para que yo pueda caminar en toda la autoridad y victoria que tienes para mí. Jesús: Has vencido al pecado y a la muerte. Ahora quiero caminar constantemente en la autoridad y victoria que has proveído para mi. Con tu presencia en mi vida, ¡El enemigo no tiene nada que hacer!
Amén.
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