Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 25 de noviembre de 2013
¿POR QUIÉN ME ESTOY DEJANDO DOMINAR?
Tú has sido justo en todo lo que nos ha sucedido, porque actúas con fidelidad. Nosotros en cambio, actuamos con maldad. Nehemías 9:33
Aunque conocemos a Jesucristo y sabemos que solo en Él encontramos perfección y amor incomparable, aunque estamos conscientes que es Señor Todopoderoso y que para Él no hay imposibles, muchas veces nos desviamos del camino y nos dejamos dominar por todas aquellas cosas que nos deslumbran en este mundo.
Buscamos tratando de encontrar esa satisfacción que por fin logre hacernos felices, buscamos ese algo que pueda llenar el vacío que sentimos en nuestra vida y sufrimos las consecuencias cuando lo hacemos en el lugar incorrecto. Al poner nuestra mirada en este mundo o en nuestras propias fuerzas, estamos siendo infieles a nuestro Señor y aunque sabemos que lastimamos su corazón, nos sentimos débiles e impotentes porque nos hemos entregado a las mentiras del enemigo.
Dios nos ve con ojos de amor TODOS los días y siempre estuvo, está y estará allí para nosotros porque su amor es perfecto y su fidelidad es incomparable. ¿Por qué si sabemos que en Él podemos encontrar refugio y descanso no lo buscamos? ¿Por qué si ya conocemos su amor nos aferramos a todo aquello que nos lastima?
Nos entregamos fácilmente a esas palabras de derrota que muchas veces rondan nuestra mente. No estamos luchando o mejor aún, no estamos reclamando la victoria y esa vida eterna hermosa, llena de amor y santidad que ya obtuvimos con Cristo en la cruz.
Si rechazamos la maldad, entonces alejémonos de ella, descansemos en la mano de ese Dios compasivo y perdonador que conocemos, desechemos el pecado de nuestra vida y luchemos en todo momento para cumplir el propósito que Dios pensó para cada uno, con la certeza que no estamos solos y convencidos que aunque nuestra mente a veces nos engañe y sintamos que no podemos más, nuestra boca proclamará en cada segundo de nuestra vida que no sufrimos derrota alguna porque Cristo es quien pelea por nosotros.
Oración: Amado Dios estoy consciente que te fallo y he sido débil pecando contra ti, sin embargo mi corazón está agradecido porque eres fiel y confirmo que ese poder que sobrepasa todo entendimiento está sobre mi.Eres tú el único que puede fortalecer mi fe, se que confiadamente puedo acercarme a ti en momentos de angustia y tú me escuchas, te clamo por favor que te quedes conmigo y no permitas que la tentación me domine, quiero llevar una vida santa y amarte en todo momento con mi actuar y caminar del día a día, confío en ti padre amado y te entrego todo lo que soy y lo que tengo, soy libre porque te pertenezco Señor.
Amén
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