Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 19 de noviembre de 2013
UN DIOS QUE DA ESPERANZA
Hace poco tiempo, alguien me hizo estas preguntas: ¿Qué esperas? ¿Cuál es tu esperanza en medio del panorama gris que estamos viviendo?
Eso me llevó a pensar que todos esperamos algo. Ya sea algo bueno, o quizás esperamos que alguien nos decepcione, o esperamos una felicitación por un trabajo realizado, o una jugada de nuestro equipo favorito, etc. La mayoría de nosotros esperamos algo en nuestro interior.
Pero muchas personas ya no esperan nada de nadie. Quizás a nosotros mismos nos ha pasado. Nos sentimos sin esperanza en estos días. En nuestros países, principalmente de América Latina estamos "acostumbrados" a ver corrupción y sentir temor e inseguridad a diario. Ante esto, cabe recordar que Jesús no murió por nosotros para que vivamos sin esperanza, o desesperados. Él murió para que viéramos un futuro lleno de esperanza. Incluso el Padre Celestial nos lo recordó algunos cientos de años antes de enviar a su Hijo:
Jeremías 29:11
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
El diablo quiere robarnos la esperanza y va a mentir para lograrlo. Te dirá que nada bueno puede suceder en tu vida o que las cosas que te importan no durarán. Si estás luchando con una situación difícil, él te dirá que no tendrá fin. Pero tienes que estar lleno de esperanza y recordar que el diablo es un mentiroso. ¡Dios puede cambiar todo!
Nuestro Padre es bueno, y tiene buenos planes para tu vida. Si decides mantener tu esperanza y tu confianza en Él, sobre todo en medio de tiempos difíciles e inciertos, Él te dará mucho más de lo que te imaginas o esperas (Ver el libro de Job y su recompensa final). Así que no permitas que tu mente y tu corazón renuncien a la esperanza.
Dios hará algo. ¡Algo bueno!
Oración: Señor, mi esperanza está en Ti. No quiero escuchar al mentiroso ni perder la esperanza en tu Palabra y tus Promesas. Esperaré, pacientemente a que hagas cosas buenas en mi vida. ¡Eres mi Dios y Tú harás!
Amén.
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