Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
domingo, 5 de enero de 2020
EL CUERPO DE CRISTO
Efesios 4:15
"Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo."
¿Cómo logra Dios sus propósitos hoy?
Desde el principio, Dios tuvo la visión de estar con su pueblo en una comunidad perfecta. Cuando los dos primeros humanos, Adán y Eva, rechazaron esta visión y fueron escoltados desde el Jardín del Edén, Dios comenzó a revelar un plan para proporcionar el camino de regreso. El plan de Dios consistía en convertir a la descendencia de Abraham en una gran nación y luego en el cuerpo de Cristo a través de los descendientes de Abraham. Así, la historia de Israel señaló a las personas de todas las naciones a la primera venida de Cristo, y a través de Él, al plan de Dios para restaurar una relación con su pueblo.
Cuando Jesús se acercaba a su crucifixión, les contó a los discípulos lo que estaba por delante y su papel en el logro de la visión final de Dios para el reino venidero. [Mateo 16:13-19] destaca que el plan de Dios para los creyentes sigue vigente; la visión es que los creyentes se reúnan en una comunidad que continúa hasta nuestros días.
Después de la resurrección y la ascensión de Jesús, Dios formó esta comunidad, llamada iglesia, dirigida por sus discípulos. La historia de la iglesia señala a las personas de todas las naciones a la segunda venida de Cristo cuando Él restaurará completamente la visión original de Dios.
Hablando la verdad en amor, creceremos para convertirnos en todos los aspectos en el cuerpo maduro del que es la cabeza, es decir, Cristo. (Efesios 4:15)
Creo que la iglesia es la forma principal de Dios para lograr sus propósitos en la tierra. ¿Qué diferencia hace esto en la forma en que vivo?
En el cuerpo de Cristo, perteneces a una familia enfocada en todas las cosas de Dios, que son buenas, correctas y saludables.
En el cuerpo de Cristo, crecerás más rápido en tu caminar con Dios. Debido a nuestra nueva identidad en Cristo, vivimos para expresar quiénes somos en Cristo, no para probar quiénes somos.
En el cuerpo de Cristo, te conviertes en parte de un movimiento más grande que tú.
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