Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 9 de enero de 2020
SIN ANSIEDAD
Mateo 6:25-27
"»Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?
¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?"
¿Dónde encuentro fuerzas para combatir la ansiedad y el miedo?
La mayoría de nosotros pensamos en la paz como un sentimiento. Queremos cambiar nuestra ansiedad, depresión y miedo por un sentimiento de tranquilidad. Hay muchas formas dañinas e ineficaces que las personas intentan lograr para tener este sentimiento, especialmente mediante el uso de alcohol o drogas. La paz bíblica, sin embargo, comienza no con el sentimiento de paz sino con la raíz de la misma, lo que significa una relación fuerte y saludable con Dios y con los demás. Por supuesto, la paz con Dios es posible solo a través del Príncipe de la Paz. Cuando Cristo establezca su reino eterno, la paz social será la norma.
Dos tercios del uso de la palabra "paz" (shalom) en el Antiguo Testamento implica el cumplimiento que llega a los humanos cuando experimentan la presencia de Dios. Tal paz se puede experimentar desde la presencia de Dios en nuestras vidas, incluso en circunstancias difíciles.
La preocupación es el principal ladrón de paz en nuestras vidas. Nos impide acostarnos y dormir en paz por la noche. Nos mantiene nerviosos durante el día. Nuestro Príncipe de Paz, Jesús, enfatizó la inmensa capacidad de Dios el Padre para amar y cuidar a su pueblo individualmente antes de dejar que las preocupaciones de esta vida los superen. También enfatizó el importante papel del Espíritu Santo, el don del Padre, para apoyar al pueblo de Dios. [Ver Mateo 6: 25-34.]
No te preocupes por nada, pero en cada situación, oración y ruego, con acción de gracias, presenta tus peticiones a Dios. Y la paz de Dios, que trasciende todo entendimiento, guardará tu corazón y tu mente en Cristo Jesús. (Filipenses 4: 6–7)
Cuando se trata de situaciones difíciles, no se pueden cambiar o arreglar de inmediato: relaciones rotas y dolorosas; enfermedades o crisis financieras: ve a Dios en oración. Comienza ensayando todas las cosas por las que estás agradecido, hasta la más pequeña belleza. No dejes piedra sin remover. Luego presenta tu petición ante Dios. Solo háblale con total honestidad y claridad. Sé específico. Ofrécele las cosas que están más allá de tu control y capacidad de arreglar. Al participar en esta práctica espiritual de oración, una paz más allá de tu comprensión comenzará a brotar al final.
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