Proverbios 3:25
"No temerás ningún desastre repentino,
ni la desgracia que sobreviene a los impíos."
Especialmente cuando tus hijos son pequeños, puedes encontrarte evocando pensamientos de desastre. Es normal pensar en el "qué pasaría si". ¿Qué pasa si sufrieran un accidente? ¿Qué pasaría si esto o aquello sucede? Aunque siempre es posible que algo pueda pasar, no puedes dejar que este miedo te abrume. Debes mantenerlo en la perspectiva adecuada.
La realidad es que sucederán algunos eventos en la vida de tus hijos que no te gustarán o con los que no desearías lidiar. Los malos sucesos son parte de la experiencia humana. Pero un padre que acepta esta realidad y depende del Señor estará bien preparado en caso de cualquier enfermedad viral, o incluso un accidente o tragedia real. Nadie quiere prepararse para el desastre, pero la confianza en Dios es clave para poder salir adelante en esos casos desafortunados.
Considera cómo nuestro Dios soberano ha trabajado a través de los llamados "desastres" que has experimentado y cómo realmente profundizaron tu relación con Él. El mismo proceso ocurrirá en tus hijos si confían en el Señor mientras experimentan pruebas.
Ningún evento sorprende a Dios. ¡Depende de Él para manejarlos!
Para reflexionar:
* ¿A qué desastre temes?
* ¿Tu personalidad es propensa a preocuparse por los desastres?
* ¿Cómo podrías atenuarlo un poco en términos de preocupación?
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