domingo, 2 de febrero de 2020

TEN MUCHO CUIDADO




Isaías 6:1-3
"El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo.  Por encima de Él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro:
«Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso;
    toda la tierra está llena de su gloria»."

   
A lo largo de la Biblia, y especialmente en el Antiguo Testamento, se nos advierte sobre entrar en la presencia de Dios de manera casual. Con altivez. Olvidando su poder y santidad. Su blancura a la luz de nuestra pecaminosidad. El relato de Isaías entrando al templo y tomando conciencia de la presencia de un Dios santo es bastante increíble. Hasta este punto en la historia, Isaías les ha estado recordando a la gente su pecaminosidad. De repente, recuerda la propia. 


Este relato está en las Escrituras para ayudarnos a nunca olvidar que nuestro Dios es un Dios exaltado. Entrar en su presencia debería hacer que nuestros corazones se aceleren. Debe hacer que nuestros pies pisen ligeramente, nuestras manos tiemblen. Estamos ante la dinamita pura.

Con esta imagen firmemente en nuestras mentes, ¿no es increíble que este mismo Dios nos ame y con ternura se llame nuestro Padre? Deja que el contraste de estas dos verdades increíbles se entierren profundamente en nuestros corazones.

 

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