Job 1:8
"—¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? —volvió a preguntarle el Señor—. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal."
Es imposible saberlo todo. Pero eso no impide que muchas personas entablen conversaciones o denuncien acusaciones como si lo hicieran. Eso es exactamente lo que Elifaz le hizo a Job. Elifaz asumió que Job estaba sufriendo porque Job era malvado, a pesar de que Job estaba sufriendo porque Satanás lo había pedido explícitamente por su piedad y obediencia. La Biblia enseña como principio general que los justos siempre experimentarán la bendición de Dios y los malvados siempre experimentarán el juicio de Dios: la vida de Job demuestra que este principio no siempre es verdad dentro del contexto limitado de la vida terrenal. Elifaz acusó a Job de adquirir su riqueza a través de la codicia y la explotación de los pobres. Sin embargo, el propio testimonio de Dios sobre Satanás revela al lector que estos cargos eran falsos (Job 1:8; 2:3). Las acusaciones de Elifaz no tenían fundamento; su única prueba de la supuesta maldad de Job fue el sufrimiento de Job (Job 22:10-11).
Todo esto es un gran recordatorio de que las personas deben dudar en emitir acusaciones; es posible que no tengan todos los hechos pertinentes. La aproximación de Elifaz a los sufrimientos inocentes de Job presagia la manera en que los fariseos mirarían las acciones de Jesús, incluso sus milagros, y las atribuirían a Satanás. En la superficie, parecía que Elifaz y los líderes religiosos podían tener razón, pero no sabían toda la información. Juzgaron y juzgaron falsamente. Jesús dio una advertencia que sigue siendo relevante hoy: "No juzgues, o tú también serás juzgado" (Mt 7:1).
Jesús, cuando tenga la tentación de juzgar a otros, de presumir saber cosas que no sé, por favor, redirígeme de inmediato. Sé que no estoy en posición de tirar piedras. Amén.
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