Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 4 de junio de 2020
LA LEY
Mateo 5:17
"»No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento."
La Ley de Dios vino al pueblo de Israel a través de Moisés (Ex 21:1). En decretos, mandatos, instrucciones y estatutos, el Señor declaró cómo funcionaría su relación con Él. La Ley permitió vislumbrar la naturaleza y el carácter de Dios, revelando sus preferencias y métodos. Le dio límites y la muy necesaria claridad sobre cómo acercarse y relacionarse con Dios.
Habiendo escuchado del Señor en el fuego y el humo sobre el Monte Sinaí, Moisés bajó y le dijo al pueblo todas las palabras y leyes del Señor antes de escribir todo (Ex 24:3-4). Finalmente, Dios inscribió sus leyes en tablas de piedra y se las dio a Moisés (Ex. 24:12).
Es común pensar que la Ley se limita a los Diez Mandamientos. En realidad, estaba compuesto por regulaciones para la adoración, instrucciones sobre asuntos legales, principios para la sociedad, edictos por conducta sexual y más. Cuando se obedeció, la Ley fue un camino hacia la vida fructífera (Lev. 18:4-5). El Señor dejó en claro que sus leyes no eran negociables: esperaba obediencia incondicional. Aquellos que se rehúsen a escucharlo y llevar a cabo todas sus órdenes recibirían terror divino, un costo abrumador y la comprensión de que Dios siempre tiene la última palabra.
La Ley es mucho más que un conjunto de restricciones: brinda orientación sobre la destructividad del pecado y destaca los hábitos que conducen a la alegría y la alegría. Los beneficios de seguir las leyes de Dios son exaltados apasionadamente por el escritor del Salmo 119, quien aprendió a deleitarse en los mandamientos del Señor.
La Ley gobierna el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento, los mecanismos para mantener una posición correcta con Dios. Sin embargo, fue solo una sombra del sacrificio superior que Jesús hizo cuando vino a la tierra para redimirnos de la culpa de nuestros pecados. En su muerte, Jesús dejó de lado el primer camino y pavimentó un nuevo camino al proporcionar el sacrificio perfecto y supremo de sí mismo de una vez por todas. Los hombres y las mujeres ahora son santificados por la fe en su sacrificio y resurrección (Heb. 10:1-10). Esto nos ayuda a entender las palabras de Jesús cuando dijo que no vino a abolir la Ley sino a completarla (Mt. 5:17).
Jesús, gracias por la Ley, y gracias por venir a completarla. Ayúdame a amar, comprender y obedecer los mandamientos de Dios, para que mi vida te traiga gloria. Amén.
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