Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 30 de julio de 2020
LA ORACIÓN DE ANA
1 Samuel 2:9-10
"Él guiará los pasos de sus fieles,
pero los malvados se perderán entre las sombras.
¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas!
»El Señor destrozará a sus enemigos;
desde el cielo lanzará truenos contra ellos.
El Señor juzgará los confines de la tierra,
fortalecerá a su rey
y enaltecerá el poder de su ungido»."
La oración de Ana hizo eco del anhelo del pueblo de Dios. Estaban esperando a un rey que reinaría con poder y traería estabilidad y seguridad a Israel. La oración de Ana demostró las características de un mundo bajo el gobierno y el reinado de Dios. Será un mundo donde Dios libera a su pueblo, silencia a sus enemigos y trae justicia a todo el mundo. El anhelo de un rey como este se expresa en las palabras finales de Ana. Ella oró con anticipación por un rey que fuera fortalecido y ungido por Dios. Ana dirigió al lector hacia una figura mesiánica, un salvador del pueblo de Dios, que traería justicia y paz al mundo.
Años más tarde, María, la madre de Jesús, ofreció una oración similar a la de Ana (Lc 1:46-55). La oración de María anticipó la llegada de un Rey mucho más grande que haría lo que ningún rey del Antiguo Testamento podría hacer: introducir el gobierno y el reinado de Dios.
Jesús, gracias por preservar la oración de Ana por las generaciones que la siguieron. Gracias por ser el Rey del universo y el Rey que escucha nuestras oraciones individuales. Amén.
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