Números 26:53
"«Reparte la tierra entre estas tribus para que sea su heredad. Hazlo según el número de nombres registrados."
Importante espacio en las promesas de Dios fue el don de la tierra. Con reminiscencias del Jardín del Edén, a la gente se le prometió que moraría con Dios en una buena tierra rebosante de la provisión del Señor. Los israelitas no eran simplemente habitantes de esta tierra; cada uno recibió una porción de la tierra como una herencia generosa. Se les recordó que Dios no era simplemente un Dios de la nación sino un Dios personal que se preocupaba por cada uno de ellos individualmente.
Jesús demostró el mismo cuidado personal cuando prometió una herencia en el cielo a todos sus hijos (Jn 14:1-4). Ahora está preparando esta morada para cada uno de los que han confiado en Él por fe y arrepentimiento. Allí recibirán la herencia de aquellos que están en Cristo Jesús mientras gobiernan y reinan para siempre con Él en una tierra nueva, el cielo nuevo y la tierra nueva.
Jesús, gracias por ser un Salvador personal que está preparando una morada eterna para mí. Nunca podría merecer un amor como el tuyo. Amén.
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