1 Corintios 9:25-26
“Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para
obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura
para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como
quien da golpes al aire.”
Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 38 años en este mundo. 20 de
los cuales los pasé apartado de Dios. Y aparte de las felicitaciones, ya cada
vez es más común que me hagan la conocida pregunta: "¿Qué se siente ser un
año más viejo?". Mi respuesta un poco en broma, podría ser: "«Bueno,
si cumplo años significa que no estoy muerto, que es la otra alternativa que
tengo»"
Pero ya fuera de bromas. Tengo una meta este día de mi cumpleaños: Correr 21
kilómetros en mi caminadora. Replicaré en distancia e inclinación una de las
carreras más importantes del año. Hoy se hubiera llevado a cabo la maratón de
Chicago, pero fue cancelada por la pandemia, así que se realizará de forma
virtual y los participantes corren dentro de su casa, en una caminadora / banda
o en un espacio natural seguro, con todas las recomendaciones higiénicas del
caso. Me encanta correr, siento que cuando estoy corriendo me desconecto un
poco de las preocupaciones y tengo un tiempo para mi. Tiempo que aprovecho para
hablar con Dios, para salir a disfrutar su creación. Un tiempo donde puedo
meditar en dónde estaba antes de conocerlo, lo bendecido que soy al poder
disfrutar cada día a mi familia. En ese tiempo donde recorro tantos kilómetros
recuerdo los días más importantes de mi vida: El día que entregué mi vida a
Cristo, el día que le propuse matrimonio a mi novia, a quien conozco desde los
16 años. Hace 19 años que nos hicimos novios y hace casi 9 que estamos casados. Lindos recuerdos vienen a mi mente, como el nacimiento de cada uno de mis hijos. También recuerdo con mucho alivio y agradecimiento el día que descartaron que un
tumor que tenía mi esposa fuera maligno. También recuerdo el tiempo que pasé
con personas muy amadas que ya no están.
El correr me relaja, me
desestresa. Corro en promedio 100 kilómetros al mes, aunque he tenido meses de
160 kilómetros. Y esa disciplina y constancia me ha permitido entender ese
pasaje que el apóstol Pablo le escribió a los Corintios. Aunque yo no compito
para ganar una competencia, sí lo hago para cumplir metas personales. Aún así,
la carrera del cristiano no es por algo que se acaba y se echa a perder. No es
algo que termina en esta vida. La meta de un seguidor de Cristo es eterna,
sublime, incorruptible, y lo vemos en el contexto del versículo de hoy:
Evangelizar. Hablar de Cristo a las personas que no le conocen para que le
conozcan y se vuelvan a Él. Y esa es una labor que tiene recompensas eternas.
El alma de las personas está en juego. ¿Será esa nuestra meta de vida? Muchos
cristianos soñamos con predicar en un púlpito, con tocar un instrumento, con
tener a nuestro cargo algún ministerio. Está bien, todo eso es un vehículo…
Pero, ¿Tenemos claro que el subirte a ese vehículo no es llegar al destino? Son
cosas diferentes. La verdadera meta es ganar almas para Cristo. Ni siquiera
para tu congregación o iglesia local. ¡El propósito es que una persona que no
conozca del amor de Jesús, lo pueda experimentar y lo pueda amar por el resto
de sus vidas!
Es una labor compleja, es una
carrera complicada, ¿Pero sabes qué es lo mejor? Que no eres tú quien debe
convencer. Esa es labor del Espíritu Santo. Nuestro trabajo en esta carrera es
ir esparciendo la semilla. Alguna caerá entre piedras, otros serán comidas por
animales, otras serán ahogadas por espinas… pero alguna caerá en tierra fértil
y dará fruto al ciento por uno. Eso es lo que importa.
Antes disfrutaba llegar a la
meta. Saber que todo mi entrenamiento había dado frutos y por fin había
llegado. Ahora disfruto también del proceso. Cuando subo a esa caminadora,
cuando estoy por comenzar un entreno, lo disfruto. Me pongo los audífonos, y
somos sólo Dios y yo.
¿Estás dispuesto a empezar el
entrenamiento de esta carrera de la fe?
P.D. Agradezco a Dios por mis 38 años. A pesar que estuve 20
años lejos de Él, sé que no querría volver atrás. Sé lo que es vivir lejos de Su
Presencia y por eso quiero atesorar y seguir en la carrera de la fe. Todo lo
que tengo y lo que soy es por Él.