lunes, 5 de octubre de 2020

JACTANCIA


 

Jeremías 9:23-24

"Así dice el Señor:

«Que no se gloríe el sabio de su sabiduría,

    ni el poderoso de su poder,

    ni el rico de su riqueza.

Si alguien ha de gloriarse,

    que se gloríe de conocerme

y de comprender que yo soy el Señor,

    que actúo en la tierra con amor,

con derecho y justicia,

    pues es lo que a mí me agrada

            —afirma el Señor—."

La sabiduría, la fuerza y ​​la riqueza humanas no son las principales razones para jactarse. Estas tres bendiciones, aunque significativas, son fugaces y temporales. Su valor es virtualmente nada comparado con el inmerecido honor de conocer al Dios de todos.


El Señor llevó a Jeremías a alentar la jactancia siempre que glorifique a Dios como el mayor de los tesoros. Después de todo, Dios es Aquel cuya misma naturaleza incluye la gracia, aunque nunca se compromete con la justicia. Dios es el único cuyos actos son correctos y buenos. Conocer a Dios, que se deleita en ser Dios, es el mayor privilegio y la única razón para jactarse.


Conocer ciertos hechos sobre Dios es insuficiente; conocerlo de verdad requiere tener una relación con Él. Esto solo es posible ahora a través de la fe en Jesús y lo que logró con su muerte y resurrección (Jn 14: 6). La persona renovada en la salvación debe jactarse de pura gratitud (1 Co 1:31), plenamente consciente de que nada, comparado con conocer a Cristo Jesús como Señor, equivale a algo.


Jesús, no me dejes jactarme de cosas pasajeras. Solo quiero jactarme de ti. Amén.


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