Salmos 71:18
"Aun cuando sea yo anciano y peine canas,
no me abandones, oh Dios,
hasta que anuncie tu poder
a la generación venidera,
y dé a conocer tus proezas
a los que aún no han nacido."
Hay muchas razones por las que la gente quiere vivir una vida larga. Algunos quieren disfrutar de los frutos de sus carreras, saborear las recompensas de la jubilación. Otros quieren presenciar los éxitos de hijos y nietos. Este salmista tenía una razón centrada en Dios para querer continuar viviendo y prosperando en su vejez. Deseaba tener más tiempo para declarar la grandeza del poder de Dios, para contar las historias de la fidelidad de Dios a los jóvenes que lo rodeaban.
Jesús animó a Pedro a decirle que, aunque había pecado, su vida daría testimonio de la grandeza de Dios y continuaría siendo usado por Dios de maneras poderosas (Jn 21:18-19). Incluso al final de su vida, Pedro serviría fielmente a Cristo. Su misma muerte glorificaría a Dios. Los cristianos no alcanzan una edad de descargo de la misión, un umbral de años más allá del cual pueden descansar de las labores del reino. Los creyentes tienen el privilegio y la responsabilidad de contar a las generaciones venideras acerca de la bondad y grandeza de Dios. Las historias de la fidelidad de Dios inspiran a los jóvenes a confiar en Dios, a vivir con valentía, negándose a perder los días de la vida.
Jesús, quiero dar testimonio de tu grandeza todos los días de mi vida. Dame la energía para trabajar por ti, hasta el día en que me traigas a casa. Amén.
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