Génesis 32:30
"Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida»."
Esopo cuenta que la liebre mordisqueaba casualmente hierba en la espesura cuando un perro hambriento se le acercó. La liebre salió disparada del bosque y finalmente superó al perro. Cuando el conejo se detuvo, un pastor cercano comentó: "Nunca deja de sorprenderme cómo un animal tan pequeño y débil como tú puede sobrevivir a un perro grande y fuerte". "Realmente no es difícil de entender", respondió el conejo. "Recuerda, él sólo estaba corriendo para cenar, yo estaba corriendo por mi vida".
En la oración de hoy (Génesis 32: 9-12, 24-30), Jacob estaba corriendo por su vida. En poco tiempo, se encontraría cara a cara con su hermano enojado que había amenazado con matarlo. En total desesperación, Jacob le suplicó a Dios que lo ayudara en la crisis inminente. Y Dios respondió esa sincera oración.
Hay quienes subestiman las oraciones de crisis. Sin embargo, es prudente ignorar lo que dicen los críticos y orar desesperados por nuestras necesidades. Dos veces, Jacob le suplicó a Dios y Dios respondió. Le dio a Jacob seguridad para el futuro, y en alabanza, Jacob respondió: "He visto a Dios cara a cara".
Gracias a Dios podemos orar cuando estamos en paz. Sin embargo, también podemos orar cuando nuestro mundo se derrumba. Dios escucha y responde en ambas situaciones.
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