2 Crónicas 14:11
"Allí Asá invocó al Señor su Dios y le dijo: «Señor, solo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!»"
El general George B. McClellan se convirtió en foco de atención en la Guerra Civil. Esto se debió en gran parte a su actitud personal. La prensa comenzó a llamarlo "Pequeño Napoleón" porque habitualmente realizaba poses napoleónicas para reporteros y fotógrafos. Parecía carecer de toda muestra de humildad, refiriéndose al ejército como "mi ejército" y "mis soldados". A menudo criticaba al comandante en jefe Abraham Lincoln, asumiendo que sabía más que el presidente. Al poco tiempo, fue despedido en desgracia.
Un líder sabio es verdaderamente humilde. Sabe que la victoria no depende de su propia fuerza, sino de la de Dios y de los demás. Asá, un buen rey, había vivido mucho y había servido a Dios. Cuando su reino fue amenazado por Zera, Asá habló sabiamente con Dios primero sobre el problema y obtuvo la victoria (2 Crónicas 14: 9-15). Asá entendió que mientras Dios estuviera con él, ningún hombre podría prevalecer.
En nuestro esfuerzo por enseñar a nuestros hijos la autosuficiencia, a menudo nos excedemos. La persona sabia reconoce que las batallas de la vida nunca serán ganadas por sus propios poderes, sino por la sabiduría y la guía de Cristo. Un sabio pasa por la vida no refiriéndose a "mis ejércitos", sino dando crédito a Cristo a través del cual tenemos paz y realización.
La dependencia de Cristo no es un signo de debilidad sino de fuerza.
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