viernes, 21 de noviembre de 2014

ACERCÁNDONOS DE CORAZÓN


Marcos 7:6
"Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí"


¿Alguna vez le has dado a alguien la orden de que sonría?

¿Qué pasa cuando obligas a alguien o te obligan a tí mismo a sonreír? Se nota a leguas que la sonrisa no es sincera. ¿Es razonable esperar una sonrisa de verdad de alguien a quien se le está dando una orden? Una sonrisa de verdad viene de adentro; es una expresión del corazón, no del rostro.

Nos conformamos con las sonrisas falsas en las fotografías. Estamos felices cuando todos cooperan en el estudio del fotógrafo y obtenemos al menos una foto con todos sonriendo. Después de todo, estamos creando un ícono de felicidad, así que no tiene que ser auténtico.

Pero la falsedad delante de Dios es inaceptable. Ya sea que estemos felices o tristes o furiosos, la honestidad es esencial. Dios no quiere expresiones falsas de adoración de la misma forma que tampoco quiere declaraciones falsas acerca de personas o circunstancias (Marcos 7:6).

Cambiar nuestra expresión facial es más fácil que cambiar nuestra actitud, pero la verdadera adoración requiere que todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas estén de acuerdo en que Dios es digno de alabanza. Aun cuando las circunstancias que nos rodean sean tristes, podemos estar agradecidos por la misericordia y la compasión de Dios, las cuales son dignas de algo más que el «servicio de labios» de una sonrisa falsa.

Una canción en el corazón le pone una sonrisa al rostro. Acercarte a Dios en momentos de dificultad con un corazón sincero vale más que miles de oraciones aprendidas de memoria pero sin conciencia de lo que se dice.

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