miércoles, 12 de noviembre de 2014

GUARDIAS


1 Corintios 3:17
"El templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es"


Conocemos lo que hace un guardián. Cuida, proteje, está alerta. Algunos programas informáticos también tienen este nombre y sirven para verificar que pase o no pase cierta información sin que haya sido verificada. Es la labor de un guardia.


En tiempos del Antiguo Testamento, los guardianes cuidaban el templo para evitar que los inmundos entraran en él (2 Crónicas 23:19). En el año 70 d.C. el ejército romano del emperador Tito destruyó el templo. Pero la destrucción había comenzado años antes cuando los levitas asignados para cuidarlo no lo hicieron después de caer bajo la corrupta influencia del rey sirio Antíoco IV.

Pablo llamó a nuestros cuerpos el «templo» de Dios (1 Corintios 3:16-17), y hay muchas fuerzas obrando para atacar la nueva morada de Dios. El mal puede lograr un punto de apoyo atravesando áreas no fortificadas de nuestra vida espiritual —lugares donde la envidia, los conflictos, o las divisiones pueden atacarnos y botarnos (3:3). Cada uno de nosotros debe estar en guardia contra el enemigo de nuestras almas y jamás darle lugar al diablo (Efesios 4:27).

Los criterios para lo que puede entrar se encuentran en Filipenses 4:8: todo lo verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre, de virtud y digno de alabanza. La paz que resulta guardará la puerta de nuestros corazones y de nuestras mentes.


Si no estás en guardia contra el mal, este influirá en ti.

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