Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
miércoles, 5 de noviembre de 2014
REGALO ETERNO
1 Pedro 1:18-19
"Fuisteis rescatados… no con cosas corruptibles, …sino con la sangre preciosa de Cristo"
La misma distancia que existe desde el trono de Dios hasta el abismo de la cruz del Calvario es la medida del amor del Salvador por nosotros.
En la carta de Pablo a los filipenses, el apóstol describió el descenso de Jesús desde las alturas de la gloria hasta las profundidades de la vergüenza y la agonía y Su ascenso de regreso (2:5-11).
Cristo es el Creador eterno y Señor de todo lo que existió, existe y existirá, y exaltado infinitamente sobre lo corrupto del mundo. Él es la fuente de vida, con millares de ángeles que cantan Sus alabanzas y hacen Su voluntad. Y, sin embargo, motivado por Su amor hacia nuestra raza humana perdida, «se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (v. 8). Vino a nuestro penoso planeta, nació en un establo que era una cueva llena de maldad y Le colocaron como un indefenso bebé en un pesebre.
Cuando se hizo hombre, soportó no tener un lugar para vivir (Mateo 8:20). Sediento, le pidió agua a una adúltera (Juan 4:7-9). Agotado, se quedó dormido en una barca en medio de un mar agitado por la tormenta (Marcos 4:37-38). Sin tener pecado alguno, las multitudes Le adoraron un día (Mateo 21:9) y luego Le condenaron como un criminal y murió en una cruz romana sufriendo de manera atroz.
¡Esa es la distancia desde el trono de Dios hasta el Calvario! ¡Esa es la medida de Su misericordia y gracia!
¡Ese es el regalo eterno del Señor y Salvador para ti!
Dios irrumpió en la historia humana para ofrecernos el regalo eterno de la salvación. ¿Qué tal un par de palabras de agradecimiento ahora mismo por su misericordia?
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