Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
miércoles, 10 de diciembre de 2014
ARMADOS
Efesios 6:11
"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo"
Ya cuando estaba llegando a sus últimos días, el apóstol Pablo, un guerrero espiritual, dio testimonio: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Timoteo 4:7).
Años antes, ese valiente soldado de Jesucristo les había suplicado a sus compañeros cristianos que se pusieran la armadura de Dios, la cual les daría la capacidad de mantenerse firmes en su conflicto con los poderes de las tinieblas. Él conocía la vital importancia de ponerse esa armadura cada día. En su servicio a Cristo, Pablo había sido azotado, golpeado, apedreado y encarcelado, y a menudo estaba hambriento, sediento, con frío y cansado (2 Corintios 11:22-28).
Usando el cinturón de la verdad, la coraza de justicia, el calzado de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu (la Palabra de Dios), Pablo fue capacitado para «apagar todos los dardos de fuego del maligno» (Efesios 6:14-17). Con la armadura de Dios nosotros también estamos totalmente cubiertos y preparados para la batalla.
El enemigo siempre buscará la forma de ponernos obstáculos en nuestro caminar cristiano. Esa es la razón por la que necesitamos estar en guardia en contra de sus estrategias engañosas y ponernos toda la armadura de Dios cada día. Cuando lo hacemos, al igual que Pablo cuando estaba acercándose al final de sus días, podemos tener la confianza de que hemos «guardado la fe».
La armadura de Dios está hecha a tu medida, pero debes ponértela.
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