Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
martes, 2 de diciembre de 2014
ARREPENTIMIENTO
2 Corintios 7:9
"Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios"
Hace pocos años leí sobre unos ladrones que se habían llevado casi 5.000 dólares en equipos de sonido y oficina de una iglesia en los Estados Unidos, sólo para volver a la noche siguiente y devolver los objetos que habían robado. Aparentemente, el sentimiento de culpa por robar a una iglesia pesó tanto en sus conciencias que sintieron la necesidad de corregir su comportamiento criminal al haber quebrantado el mandamiento: «No hurtarás» (Éxodo 20:15). Sus acciones denotan las diferencias entre el remordimiento y el arrepentimiento.
Pablo alabó a los corintios por entender esta diferencia. La primera carta que les escribió fue mordaz, ya que trató asuntos de pecado. Sus palabras causaron pesar entre ellos y Pablo se regocijó por esto. ¿Por qué? Su pesar no se detuvo tan sólo en sentirse tristes porque fueron descubiertos o por sufrir las desagradables consecuencias de sus pecados. Su pesar era un pesar "piadoso", un auténtico pesar por sus pecados. Esto les llevó al arrepentimiento, un cambio en su pensamiento que les condujo a renunciar a su pecado y volverse a Dios. Su arrepentimiento finalmente les llevó a la liberación de los hábitos pecaminosos que tenían.
El arrepentimiento no es algo que podamos realizar a menos que el Espíritu Santo nos induzca a hacerlo; es un regalo de Dios. Ora por arrepentimiento hoy (2 Timoteo 2:24-26).
El arrepentimiento significa odiar el pecado lo suficiente como para alejarse de él.
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