miércoles, 17 de diciembre de 2014

JOVEN FUI


Salmo 37:25
"Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado"


Cuando sómos jóvenes y estamos felizmente ocupados con todas nuestras relaciones y actividades, puede que no anhelemos nuestro hogar celestial. Pero, a medida que pasa el tiempo, puede que nos encontremos sin familiares ni amigos, afligidos por una vista deficiente y dificultades auditivas, incapaces ya de saborear la comida o atribulados por la falta de sueño.

He aquí el consejo que deseamos plasmar en tu mente y corazón el día de hoy: Sé agradecido de que, tal y como el apóstol Pablo lo escribió en 1 Timoteo 6:17, "Dios [...] nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos" tanto en el verano como en el otoño de la vida. Y regocíjate también de que, con la llegada del invierno de la vida, podemos prever que pronto estaremos viviendo en la patria celestial, la tierra donde no habrá dolor ni llanto, la morada que Jesús mismo fue a preparar.

La promesa del cielo es nuestra esperanza eterna.

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