Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
jueves, 17 de octubre de 2019
ALERTAS Y ORANDO
Mateo 26:41
"Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil»."
Jesús dijo: "Estén alertas". Si alguna vez te has sentado con un ser querido mientras esperabas a que esa persona muriera, tal vez sabes algo sobre cómo podrían haberse sentido los tres hombres que esperaron con Jesús. Les había dicho, repetidamente, que se iba a ir. Pero ahora lo ven angustiado, y pueden ver que todo está comenzando a suceder, tal vez de una manera más terrible de lo que habían imaginado. No podían entender lo que vendría en los próximos días, por lo que la espera estaba llena de temor, el oscuro tipo de tristeza que se siente insoportable.
Jesús dijo: “Mi alma está abrumada hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y vigilen conmigo”. En cambio, se quedaron dormidos. Aún así, si menospreciamos a los discípulos por su incapacidad para mantenerse despiertos, tal vez no hemos pasado suficiente tiempo pensando en esta escena, y tal vez nunca hemos orado hasta el agotamiento. Hay un punto en el que nuestras circunstancias ya no pueden ser examinadas. Hay un punto después del cual una persona no puede orar más. Aquí es cuando el Espíritu Santo debe hacerse cargo de nosotros "a través de gemidos sin palabras" (Romanos 8:26), tal vez incluso mientras dormimos.
Jesús le pidió a Dios tres veces que le quitara el sufrimiento que se avecinaba, no solo la tortura y el ridículo, sino la insoportable idea de enfrentar toda la ira de Dios a la vez, el odio del Padre por el pecado que caía sobre la cabeza de su inocente Hijo. . Pero Jesús siguió su pedido con "que se haga tu voluntad".
Cuando le pedimos algo a Dios tres veces, y Él no nos da lo que queremos, a menudo nos enojamos y comenzamos a cuestionar su bondad. Y cuando nuestros amigos nos fallan, podemos querer encontrar nuevos amigos. Pero Jesús, aun cuando enfrentó el comienzo del momento más terrible que haya existido en la tierra, regresó para alentar a los amigos que le habían fallado y para enfrentar su misión ante Dios: el precio de nuestra salvación.
Oración: Padre amoroso, me quejo y me quejo cuando me encuentro con circunstancias dolorosas. Me quejo de la 'mala suerte' o de no tener descansos en la vida. Me pregunto por qué permites que tal dolor me ocurra a mí y a otros. Sin embargo, sé que puedo llevar mis quejas directamente y abiertamente a ti. Puedo admitir mi confusión y mi decepción. Sé que me estoy acercando al Único que realmente puede hacer algo en mis momentos de necesidad. Gracias por tu paciencia y tu amabilidad conmigo. En el nombre de Jesús oro. Amén.
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