Nehemías 12:27-30
"Cuando llegó el momento de dedicar la muralla, buscaron a los levitas en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para celebrar la dedicación con cánticos de acción de gracias, al son de címbalos, arpas y liras.
Entonces se reunieron los cantores de los alrededores de Jerusalén y de las aldeas de Netofa
y Bet Guilgal, así como de los campos de Gueba y de Azmávet, ya que los cantores se habían construido aldeas alrededor de Jerusalén. Después de purificarse a sí mismos, los sacerdotes y los levitas purificaron también a la gente, las puertas y la muralla."
Las condiciones en Jerusalén eran dramáticamente mejores que cuando Nehemías había llegado. Las personas se habían convertido en sobrevivientes que, por la gracia de Dios, habían logrado lo que parecía imposible. Muros fuertes y puertas protectoras habían reemplazado los escombros y las maderas quemadas. El aliento había superado la desesperación. Era un tiempo para celebrar lo que Dios había logrado a través de su fidelidad. Tobías el Amonita se había burlado de ellos, diciendo que incluso el peso de un zorro haría que su muro se derrumbara. Ahora los líderes del pueblo y dos coros grandes, acompañados por músicos, se pararon sobre las paredes tocando instrumentos, cantando en voz alta y ofreciendo acción de gracias. Fue un momento increíble de regocijo. Tal celebración llena de alegría honra a Dios y alienta una fe aún mayor.
Esta celebración, como el libro de los Salmos, subraya la importancia de la adoración, el canto y la alabanza en el Antiguo Testamento, pero estos no fueron menos importantes en el Nuevo Testamento. Un ejemplo se encuentra en Filipenses 2: 5-11, visto por muchos como un himno cristiano primitivo. Estas palabras poéticas relataron y celebraron el ejemplo de la humildad y la obediencia de Jesús, hasta el punto de morir en la cruz. Pablo deja claro su propósito al compartir el himno. No es solo un recuerdo, sino un llamado a la acción. La celebración de Jesús también es un llamado a seguir el ejemplo de Jesús. La celebración que honra a Dios tiene el efecto de alentar una mayor obediencia y una fe más profunda.
Jesús, gracias por el regalo de la música. Ayúdame a usarla para adorarte, alabarte, glorificarte y acercarme a ti. Amén.
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