Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 3 de agosto de 2020
SIGUIENDO A JESÚS
Mateo 4:19
"«Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres»."
Dios dejó en claro cómo la gente debía seguirlo en su viaje desde el desierto hasta la tierra prometida. No tendrían que adivinar dónde Dios quería que habitaran y cuándo quería que se mudaran. Durante el día, una nube cubría la morada de Dios en el tabernáculo. Allí, Dios comulgó con su pueblo. Por la noche, esta nube se convertía en fuego, y toda la nación vio la presencia del Señor que todo lo consume. Cuando Dios estaba listo para que la gente levantara el campamento y partiera a una nueva ubicación, la nube se movía, viajando por delante de la gente al lugar que Dios quería que fueran a continuación. Las instrucciones de Dios eran simples: quédate quieto mientras la nube y el fuego estén allí. Cuando se mueven, tú te mueves. Cuando la gente hizo esto, pudieron estar seguros de que estaban siguiendo a Dios y moviéndose en el camino que Él había ordenado.
El mismo mensaje simple inaugura el ministerio terrenal de Jesús. "Ven, sígueme", les dice a sus discípulos recién comisionados (Mt 4:19). Durante los siguientes tres años, acompañaron al Hijo de Dios mientras proclamaba audazmente la disponibilidad del reino de Dios y realizaba muchas señales milagrosas que demostraban el amanecer de una nueva era. Seguir a Jesús tenía mucho en común con la forma en que la nación de Israel siguió a Dios en el desierto. Donde Jesús fue, los discípulos fueron, y allí recibieron la bendición de su presencia y provisión.
Después de su muerte y resurrección, Jesús envió al Espíritu Santo para proporcionar a todos los creyentes posteriores orientación sobre cómo también pueden seguir a Jesús. A medida que los creyentes están llenos del Espíritu de Dios (Ef. 5:18) y se abstienen de aquellas prácticas que pueden apagar su Espíritu, pueden seguir el camino que Dios ha propuesto para sus vidas. Este camino puede parecer menos claro que seguir una nube y fuego en el desierto o caminar por la tierra siguiendo al Hijo de Dios. Sin embargo, los creyentes ahora viven en el Espíritu de Dios, lo que significa que el poder de obedecer y seguir a Jesús ahora viene de adentro. En lugar de seguir señales externas, el pueblo de Dios tiene el Espíritu de Dios viviendo dentro de ellos y dirigiendo sus pasos para seguir sus caminos.
Jesús, te doy gracias y te alabo por el don del Espíritu Santo. Ayúdame a ser sensible y obediente a sus impulsos. Quiero seguirte completamente con cada paso. Amén.
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