Jeremías 31:15
"Así dice el Señor:
«Se oye un grito en Ramá,
lamentos y amargo llanto.
Es Raquel, que llora por sus hijos
y no quiere ser consolada;
¡sus hijos ya no existen!»"
En el capítulo 31, Jeremías profetiza la futura restauración del pueblo de Dios. A partir de brillantes predicciones de gracia y misericordia, Jeremías enfrenta una vez más las trágicas condiciones de su época. Habla de Raquel en Ramá llorando por la pérdida de sus hijos (v. 15). Una antepasada del pueblo de Dios, Raquel también lloraba por el exilio del pueblo de Dios. El Señor invita a Raquel a dejar de llorar porque Dios sería fiel para restaurar a su pueblo descarriado una vez más (vv. 16-17).
Mateo cita a Jeremías 31:15 en Mateo 2:18 cuando Herodes, en un intento de matar al recién nacido Jesús, mató a todos los bebés varones nacidos en Belén. Es imposible aceptar la muerte de los bebés varones en Mateo 2. Pero Jesús y sus padres escaparon de este atentado contra su vida y fueron a Egipto por un tiempo después de haber sido advertidos en un sueño. En el libro de Jeremías, Dios llevó a su pueblo al exilio, pero finalmente los llevó de regreso a su país de origen para vivir y adorarlo. De manera similar, Dios trajo a su Hijo Jesús a través de un intento de asesinato, tanto en Belén como en la cruz, para salvar y redimir al mundo para que puedan vivir y adorarlo. En una gran oscuridad, hay una gran esperanza.
Jesús, mientras vivo en este mundo oscuro, es fácil entender por qué Raquel lloró. Ayúdame a brillar intensamente en la oscuridad y a concentrarme en tu esperanza al final del túnel. Amén.
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