Apocalipsis 22:1-2
"Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, y corría por el centro de la calle principal de la ciudad. A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones."
Joel profetizó que Dios juzgaría a otras naciones por la forma en que trataban a su pueblo. En el día del Señor, vendría este juicio futuro; sin embargo, en ese terrible día, el Señor prometió ser un refugio para su pueblo. En este pasaje, Dios prometió ser el Dios de su pueblo y vivir entre ellos en Jerusalén. Como resultado de la presencia de Dios entre el pueblo, la tierra sería bendecida, fructífera y segura de la invasión extranjera.
Esta bendición señala a los creyentes al día mencionado en Apocalipsis 22: 1-2, donde en el cielo nuevo y la tierra nueva, el río de vida fluirá del trono de Dios y traerá vida a toda la ciudad, incluido el árbol de la vida, que dará frutos continuamente. El pueblo de Dios puede participar de esta hermosa bendición gracias a la obra de Jesús en la cruz. Cuando Jesús murió en la cruz, asumió la culpa de todos los que confiarán en Él para la salvación, y se convirtió en la única forma en que Dios perdonaría el pecado humano.
Jesús, entonces, es el refugio supremo para el pueblo de Dios. No solo los protege de sus enemigos, sino que también ha absorbido la ira de Dios a favor de ellos. Esto es lo que hace posible que Dios more en su pueblo. Ahora, el pueblo de Dios, con la morada del Espíritu Santo, vive cada día de su vida con la esperanza de un gran futuro y espera que se cumpla esta promesa de bendición eterna.
Jesús, gracias por soportar el peso de mi culpa. Ayúdame a vivir libre de esta culpa, viviendo cada segundo en el conocimiento del futuro que me has hecho posible. Amén.
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