Romanos 8:38-39
"Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor."
Jesús es un Salvador personal. Vino a salvar al mundo, y lo hace salvando a las personas individualmente mientras confían en Él. Jesús no es una deidad cósmica distante, inconsciente de lo que está sucediendo en su mundo. En cambio, Jesús es intensa y personalmente consciente y se preocupa por cada detalle de nuestras vidas.
Pablo fue juzgado frente a los líderes religiosos judíos de su época. Estalló un alboroto y Pablo sufrió a causa de ello. Estos líderes querían matarlo por el mensaje que compartía. En medio de esta dificultad, Jesús se presentó personalmente para cuidar de su apóstol. Nuestro Salvador viviente se apareció físicamente a Pablo y le dio su siguiente asignación.
Como escribió en su carta a los Romanos (Romanos 8:38 - 39), nada pudo alejar a Pablo de Jesús. Pablo estaba en una circunstancia difícil, pero Jesús lo sabía y decidió interactuar con él personalmente. Si bien estas interacciones no son comunes, son reales. La conciencia de Jesús y su preocupación por las personas continúan en la actualidad. Él es el gran Dios del universo que se ha acercado a amar a las personas individualmente.
Jesús, gracias por llamarme por mi nombre. Gracias por conocerme personalmente y por permitirme conocerte. Te Amo. Amén.
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