Lucas 24:46-47
"—Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer día, y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén."
El poder de Jesús sobre el pecado había sido cuestionado al principio de su ministerio. Al ser testigo de la fe de un grupo de personas que hicieron un esfuerzo extraordinario para traer a su amigo paralítico para que lo sanara, Jesús dijo: “Amigo, tus pecados te son perdonados” (Lc 5:20). Los fariseos y maestros de la ley reconocieron que solo Dios podía perdonar los pecados y, al no creer que Jesús era Dios, lo acusaron de blasfemia. Después de la resurrección de Jesús, ya no hubo lugar para cuestionamientos o dudas. Al derrotar a la muerte, Jesús demostró que no era ni un pretendiente ni un blasfemo, sino el mismo Hijo de Dios. Esta victoria sobre la muerte señaló su autoridad divina para perdonar el pecado.
Lucas conecta la predicación del evangelio que cambia vidas y que derrota al pecado con la resurrección de Cristo. Las buenas nuevas de arrepentimiento y remisión de pecados, que los discípulos comenzaron a predicar después de la ascensión de Jesús y la venida del Espíritu Santo en poder, tienen sus raíces en esta verdad fundamental: en cumplimiento de las promesas de Dios en las Escrituras, Cristo sufrió, murió y fue resucitado al tercer día. La muerte está derrotada; el poder del pecado está roto. La remisión de los pecados está ahora disponible para todos los que creen en el poderoso nombre de Jesús.
Jesús, eres Dios y tienes el poder de perdonar los pecados. Gracias por perdonar el mío. Alabo tu poderoso nombre. Amén.
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