miércoles, 5 de febrero de 2014

EL ESTADO DEL CORAZÓN SE LEE Y SE OYE (SIN QUE SE PRONUNCIE UNA PALABRA)




El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Lucas 6.45


Estos versículos afirman la misma verdad: El corazón es el centro de la vida espiritual. Si el fruto de un árbol es malo, uno no trata de arreglar el fruto; lo que se hace es tratar las raíces. Y si las acciones de una persona son malas, no basta con cambiar los hábitos; es necesario profundizar. Hay que llegar al corazón del problema, el cual es el problema del corazón.

Es por esto que es tan crítico el estado del corazón. ¿En qué estado se encuentra el suyo?

Cuando alguien le ladra, ¿usted le devuelve el ladrido o se muerde la lengua? Eso depende del estado de su corazón.

Cuando su horario está demasiado lleno o su lista de cosas para hacer está demasiado larga, ¿pierde la calma o la mantiene? Eso depende del estado de su corazón.

Cuando le ofrecen un bocadillo de chisme pasado por calumnia, ¿lo rechaza o lo comunica a otro? Eso depende del estado de su corazón.

¿Usted ve a la pordiosera de la calle como una carga para la sociedad o como una oportunidad para Dios? Eso, también, depende del estado de su corazón.

El estado de su corazón determina si usted alberga rencor o concede gracia, busca autocompasión o busca a Cristo, bebe miseria humana o gusta de la misericordia de Dios.

No causa sorpresa, entonces, que el sabio suplique: «Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón».

La oración de David debiera ser la nuestra: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio».

Y la declaración de Jesús parece cierta: «Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios».


Oración: Señor mi Dios, ayúdame a dar un buen fruto cuidando muy bien las raíces. Te pido como una vez lo hizo el rey David que crees en mí un corazón limpio, que renueves un espíritu recto en mi ser para hacer lo que te agrada, que mis actos reflejen tu amor y tu misericordia. Que los demás al ver las obras que hago te alaben a ti que estás en el cielo, te lo pido en el nombre de Jesús.

Amén.

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