La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5.16
La
oración es el reconocimiento de que si Dios no se hubiese envuelto en
nuestras vidas y aflicciones, aún estaríamos perdidos en las tinieblas. Es por su
misericordia que hemos sido levantados.
La oración es todo el proceso
que nos recuerda quién es Dios y quiénes somos nosotros.
Yo
tengo la certeza de que en la oración hay un gran poder. Creo que Dios
sana al herido, y levanta al que está muerto o cree estarlo. Pero no creo que nos
corresponda decirle a Dios lo que tiene que hacer ni cuándo debe
hacerlo.
Dios sabe que,
con nuestra limitada visión, ni siquiera sabemos por qué debemos orar.
Cuando le encomendamos nuestras peticiones, confiamos en que honrará
nuestras oraciones con su santo criterio.
Lo que nos queda a nosotros es confiar, y aprender a estar agradecidos en cualquier situación, como lo describía Pablo en su carta a los Filipenses. Así que hoy cada vez que nos dirijamos al Padre, que la oración nos sirva para recordar que sin Él no tendría sentido nuestra vida ni nada de lo que hacemos. ¡Que nuestra oración sea un incienso agradable a la presencia de nuestro Dios!
Oración: Padre, gracias por haberte involucrado en mi vida. Sin tí, ésta no tendría sentido. Ayúdame a estar en comunicación contigo a cada momento y en toda circunstancia. Quiero estrechar mi relación contigo, porque es la más importante de todas las que tengo, y la que se basa para que las demás estén bien. Quiero estar contigo siempre y agradarte. Ayúdame Señor, en el nombre de Jesús, amén.
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