sábado, 4 de agosto de 2018

CRISTO VIVE EN MI



Gálatas 2:20
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí".


Cuando el Señor en misericordia pasó y nos vio en nuestra sangre, antes que nada dijo: "Vivan"; y esto lo hizo primero, porque la vida es una de las cosas absolutamente esenciales en asuntos espirituales, y hasta que sea otorgada somos incapaces de participar en las cosas del reino. Ahora la vida que la gracia confiere a los santos en el momento de su vivificación no es otra que la vida de Cristo, que, como la savia del tallo, corre hacia nosotros, las ramas, y establece una conexión viva entre nuestras almas y Jesús . La fe es la gracia que percibe esta unión, que procedió de ella como su primer fruto. Es el cuello el que une el cuerpo de la Iglesia a su Cabeza gloriosa.



"¡Oh, fe! La fe se apodera del Señor Jesús con firmeza y determinación. Ella conoce su excelencia y su valor, y ninguna tentación puede inducirla a depositar su confianza en otra parte, y Cristo está tan encantado con esta gracia celestial, que nunca cesa de fortalecerla y sostenerla con el amoroso abrazo y el apoyo suficiente de sus brazos eternos. Aquí, entonces, se establece una unión viva, sensible y deliciosa que arroja corrientes de amor, confianza, simpatía, complacencia y alegría, de la que tanto el novio como la esposa aman beber. 


Cuando el alma puede percibir evidentemente esta unidad entre él y Cristo, el pulso puede sentirse como un latido para ambos, y la única sangre fluyendo por las venas de cada uno. Mantén tu corazón tan cerca del cielo como puede estar en la tierra, y mantente preparado para el disfrute del compañerismo más sublime y espiritual, junto a Cristo.

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