Hebreos 11:1
"Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve."
En la Biblia, la fe siempre está ligada a una confianza activa en Dios y su Palabra. Para el creyente, no existe la “fe ciega”. La fe es la respuesta sensata a la voluntad revelada de Dios y los privilegios que ha prometido a su pueblo. La fe bíblica no significa que las personas puedan creer en cualquier cosa improbable y Dios, en respuesta, deba hacerla realidad. En otras palabras, la fe que no está directamente vinculada a la Palabra de Dios es simplemente un pensamiento positivo.
En esencia, la fe, confiar en Dios, es cómo las personas acceden a la salvación que Dios ha provisto en Cristo Jesús. Abraham, el padre de todos los que tienen fe salvadora (Ro 4:16), creyó a Dios, y se le atribuyó como justicia (Stgo 2:23). La fe no es justicia, pero es cómo accedemos a la justicia salvadora de Jesús, algo a lo que nunca podríamos acceder solos (Efesios 2:8).
La fe, el regalo de Dios para sus seguidores (Ef. 2:8), se fortalece prestando especial atención a la Biblia y practicando las disciplinas espirituales. Romanos 10:17 dice: La fe viene de escuchar el mensaje, y el mensaje se escucha a través de la palabra acerca de Cristo. A lo largo de la vida cristiana, la fe sigue siendo cómo los creyentes reciben los privilegios y las necesidades para servir a Cristo.
Confiamos en que Dios dará lo que ha prometido, ya sea dones y habilidades para hacer el trabajo de Jesús en el mundo y en nuestros propios corazones (Jn 14:12-13) o si nos está llevando a través de nuestro viaje espiritual y hacia Nuestro hogar eterno en el cielo.
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