miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿QUIÉN SOY?



Juan 1:12
"Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios."

 

Lo hermoso del reino de Dios es que todos aquellos que reciben a Jesús como su Señor tienen la oportunidad de aceptar una nueva identidad a través de Él. Esto se ilustra conmovedoramente a través de la historia de un recaudador de impuestos corrupto llamado Zaqueo. Los recaudadores de impuestos se encontraban entre las personas más despreciables en Israel porque optaron por trabajar para Roma y se hicieron ricos al cobrarle a sus compañeros judíos. Pero Zaqueo muestra que incluso los perdidos pueden ser adoptados y hechos nuevos.

Jesús entró en Jericó y estaba de paso. Había un hombre llamado Zaqueo; era el principal recaudador de impuestos y era rico. Quería ver quién era Jesús, pero como era pequeño no podía ver a la multitud. Entonces corrió hacia delante y trepó a una higuera de sicómoro para verlo, ya que Jesús venía por allí.

Cuando Jesús llegó al lugar, levantó la vista y le dijo: “Zaqueo, baja de inmediato. Debo quedarme en tu casa hoy ”. Entonces bajó de inmediato y lo recibió con gusto.

Toda la gente vio esto y comenzó a murmurar: "Se ha ido a ser el invitado de un pecador".

Pero Zaqueo se levantó y le dijo al Señor: “¡Mira, Señor! Aquí y ahora le doy la mitad de mis posesiones a los pobres, y si he engañado a alguien, pagaré cuatro veces la cantidad ”.

Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es hijo de Abraham" (Lucas 19: 1-9).

Sin embargo, a todos los que lo recibieron, a los que creyeron en su nombre, les dio el derecho de convertirse en hijos de Dios. (Juan 1:12)
Debido a nuestra nueva identidad en Cristo, estamos libres de condenación. (Romanos 8:1)

Debido a nuestra nueva identidad en Cristo, nuestro valor proviene de nuestra posición en Cristo, no de nuestro desempeño. (Mateo 11:28)

Debido a nuestra nueva identidad en Cristo, vivimos para expresar quiénes somos en Cristo, no para probar quiénes somos.

Debido a nuestra nueva identidad en Cristo, podemos enfocarnos en edificar a otros, no en derribarlos.


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