Pues por medio de Él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. Ro 8:2
lunes, 16 de diciembre de 2019
SIN CONDENA
Juan 3:17
"Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él."
A menudo pasamos el día sintiendo como si alguien estuviera mirando sobre nuestro hombro listo para juzgar nuestras acciones. Mi esposa probablemente se pregunta por qué compré ese pantalón... Mi jefe está pensando que me estoy demorando mucho con ese proyecto... Mis suegros no entienden por qué no tengo un mejor trabajo... No es así como mamá lo habría hecho... Y quizás la voz que más escuchamos es la nuestra: ¿Por qué no soy lo suficientemente bueno?
Incluso si otros nos elogian, la presión que ejercemos sobre nosotros mismos puede ahogar las últimas aclamaciones. Nos presionamos a nosotros mismos para hacer más, y hacerlo mejor y más rápido. ¿Cómo podría Dios estar complacido con nosotros, nos preguntamos, cuando nos sentimos tan débiles?
Escucha las palabras en este capítulo del Evangelio de Juan. Dios quiere una relación con nosotros, no para condenarnos, sino para liberarnos. Él ofrece la redención a través de Jesús, no porque hayamos hecho algo para merecerla, sino porque nos ama.
Aunque podemos leer esas palabras una y otra vez, pueden ser difíciles de creer. Pero trata de comprender tu verdad: Dios no te condena. Ninguna de las presiones que sientes durante el día proviene de Dios. En verdad, puedes estar tratando de complacer a otros o lograr tus propias metas más de lo que estás tratando de complacer a Dios. Puedes sentirte culpable porque sigues cambiando el estándar.
Richard Foster escribe: "Cuanto menos nos manipulan las expectativas de los demás, más abiertos estamos a las expectativas de Dios". Sí, somos débiles. Sí, a menudo no cumplimos con nuestras propias expectativas. ¿Pero qué espera Dios de nosotros hoy? Creer en su Hijo que nos liberó del pecado. Creer que es más fuerte que nuestras dudas, miedos, orgullo y ambición. Creer que no nos condena por lo que éramos antes de conocer a su Hijo. Para descubrir quiénes somos a la luz de su amor, libertad y gracia.
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