Salmos 86:11
"Instrúyeme, Señor, en tu camino
para conducirme con fidelidad.
Dame integridad de corazón
para temer tu nombre."
La vieja historia de la mula atrapada indecisa entre dos montones de heno es un clásico. El pobre animal se acercó a una pila para comer, solo para ser distraído por el aroma de la otra. Fue de un lado a otro hasta morir de hambre. Uno podría dudar de la veracidad de la historia pero no de la verdad que ilustra. Quien permanece entre dos fuerzas fuertes debilita su posición y disipa su eficacia. Jesús dijo que no podemos servir a Dios y a Mammón, el dios del dinero.
En el monte Carmelo, Elías le preguntó a Israel: ¿Cuánto tiempo va a vacilar entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, síguelo; pero si es Baal, síguelo (1 Reyes 18:21). Josué exigió: Elijan hoy a quién servirán. El salmista oró: une mi corazón para temer tu nombre. Un corazón dividido presagia desastre y derrota; el corazón resuelto y dedicado a Cristo trae victoria y poder.
Muchas cosas exigen nuestra atención y, a menudo, nos vemos envueltos en cosas interesantes pero poco importantes. A veces, el negocio de la vida agota tanto nuestras fuerzas que solo nos quedan sobras para el Señor. Algunos incluso tratan de darle al Señor algo de tiempo y dinero, pero no todo el corazón. El sabio se da cuenta de que no puede servir a dos señores y dedica toda su vida al Señor. Esto significa que incluso sus decisiones "seculares" se toman solo después de pedir el consejo del Señor.
El corazón unido nunca se olvida de presionar "hacia el blanco". Prometamos hoy que, incluso en las decisiones pequeñas, primero buscaremos la voluntad del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario