Bendeciré al Señor en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán.
Mi alma se gloría en el Señor; lo oirán los humildes y se alegrarán.
Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre.
Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores.
Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.
Este pobre clamó, y el Señor le oyó y lo libró de todas sus angustias.
El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos.
Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian.
Teman al Señor, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen.
Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al Señor nada les falta.
Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del Señor.
El que quiera amar la vida y gozar de días felices,
que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;
que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.
Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones;
el rostro del Señor está contra los que hacen el mal, para borrar de la tierra su memoria.
Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias.
El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.
Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas;
le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán.
La maldad destruye a los malvados; serán condenados los enemigos de los justos.
El Señor libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían.
Salmo 34
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